viernes, 7 de mayo de 2010

El juicio final

La embarcación había partido río arriba hace más de 3 días, los pasajeros y la tripulación todavía estaban extasiados observando la frondosa vegetación que se extendía desde el lecho del río hasta los montes que lo rodeaban. La region mas nordica del Amazonas era terriblemente calurosa en esa época. Desde la selva podían oírse todo tipo de sonidos. A veces, el silencio reinaba a bordo y el susurro de los árboles parecía musicalizar las puestas del sol. Nick viajaba solo en su camarote y casi no habia salido desde el primer dia. Su viaje no era un viaje de placer, sus socios lo habian elegido a él para hacer un relevamiento de la zona y asi poder analizar las posibilidades que esta ofrecia para la extracción de caucho. Junto al camarote de Nick, una pareja britanica vivia una segunda luna de miel festejando sus 25 años de casados.

Por lo general las tardes eran calurosas y las noches frias. Durante la cena del tercer dia, Nick se sento junto a un fotografo portugués, que se habia pasado todo el viaje en la cubierta sacando fotografias. Los dos tuvieron una charla agradable sobre los nuevos destinos turisticos en america del sur, y luego de dos botellas de vino tinto, fueron a tomar aire a la cubierta. La noche caia silenciosa sobre el rio y las estrellas brillaban fuertemente sobre la selva.

Los primeros indicios del ataque vinieron a eso de las cuatro de la mañana. Los pasajeros del barco comenzaron a salir a cubierta lentamente, con sus ropas de cama y sus caras somnolientas sin terminar de comprender la situación. El ruido de tambores lejanos parecia irse acercando lentamente. El capitan hizo su aparicion en escena con aires tranquilizadores, pero solo logro generar mas confusion, mientras, en la orilla mas lejana, comenzo a percibirse un resplandor tenue que provenia desde adentro de la espesura. Cientos de antorchas comenzaron a hacerse visibles, Nick habia sacado su catalejo y podia ver como los indios, en grupos de 4, aparecian en la rivera del rio cargando sus precarios botes y los posaban sobre las aguas agitadas. Lentamente, la horda furiosa, sumida en un grito de guerra y con los rostros pintados burdamente, comenzo a acercarse al barco a fuerza de remar contra la corriente.

Los integrantes de la tripulación comenzaron a apostarse, armados, en el flanco del barco que daba a la orilla mas lejana, pero el capitan dio la orden expresa de no disparar, era inútil.

A las cuatro y veinticinco en punto, el primer fogonazo resplandeció en el cielo azul de la madrugada. Los primeros rayos del sol amenazaban con asomar. En el agua, a escasos metros de una de las pequeñas embarcaciones, un torbellino gigante se levanto marcando el lugar donde habian impactado los perdigones. El segundo disparo impactó de lleno en la cabeza de uno de los indios destrozandola por completo.

Ya nada podia hacerse, solo podrian matar unos cuantos indios antes de que lo inevitable suceda. Nick se habia encerrado en su camarote ya hacia mas de diez minutos. Lentamente, se sentó en un antiguo sillón desvencijado que habia junto a la cama. Se sirvió un vaso de whisky y le hechó dos hielos, y como si ese fuera el acto mas solemne e importante de su vida, se bebió el vaso de a sorbos cortos. Luego, apoyó el vaso en la mesita de noche y, haciendo caso omiso a los gritos en cubierta, se quedo dormido.

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