miércoles, 29 de junio de 2011

Siete historias ocultas de Buenos Aires

En algunas épocas la ansiedad no me permite escribir más de diez líneas de un cuento sin dejarlo inconcluso. Por este motivo, ya hace algún tiempo que me resulta muy entretenido escribir estas historias cortas (menos de doscientas palabras) que ocurren en algún rincón de Buenos Aires y que tienen algún componente esotérico o misterioso. Se me ocurre que tal vez la idea sea poco original, alguien me dijo que muchos ya habían gastado este recurso y que probablemente no haga más que repetirlo arriesgándome quizás hasta a realizar algún plagio involuntario. Pero lo cierto es que me resulta extremadamente divertido escribirlas y no puedo dejar de hacerlo. Estas siete son solo algunas de las que coleccione hasta ahora.

Los clones de Perón
En el año 1998, un científico escocés secuestrado por la side menemista dirigió el ambicioso proyecto 1728/P. El mismo consistía en la creación, por medio de embarazos inducidos artificialmente, de dieciséis clones de Juan Domingo Perón. Los dieciséis bebes de probeta nacieron en sanatorios de la capital antes del fin del milenio sin que sus madres sospechen nada. Desafortunadamente, catorce de ellos murieron antes de cumplir los dos años de vida, producto de malformaciones y graves enfermedades genéticas. El científico escocés fue encontrado asesinado en el año 2002, y lo último que se sabe del proyecto 1728/P, es que los dos clones que sobrevivieron fueron sustraídos misteriosamente de sus familias durante la misma noche de invierno del año 2003.

El tugurio ambulante
En la zona de San Telmo, hay una puerta de madera roja con dos grandes bisagras negras. La puerta está siempre entreabierta y de adentro sale una extraña mezcla de luz amarilla, humo y blues. Se dice que es uno de los cabarets más extraños y lujosos de Buenos Aires. Cada noche, decenas de hombres salen por la puerta perdidamente enamorados de las prostitutas, y se sabe que muchos de los concurrentes han llegado a suicidarse por amor. La ubicación exacta de la puerta roja es un misterio, ya que muchos comentan haberla visto cerca de la plaza Dorrego, sobre la calle Defensa, mientras que otros aseguran haber entrado por la puerta en la zona de la casa rosada. Y así sucesivamente.

El vino de los muertos
Muchos de los que han concurrido al bar de Luis Galindez en Palermo Viejo, aseguran haber visto fantasmas luego de tomar el vino de la casa. Lo más curioso es que la mayoría de la gente afirma haber visto las mismas figuras espectrales. En casi todos los casos se trataba de personalidades famosas que murieron en Buenos Aires en circunstancias trágicas. Uno de los más recurrentes en la clientela es el fantasma de Olmedo. En sucesivas ocasiones Luis Galindez fue consultado por su misterioso vino de la casa, pero el jamás quiso revelar el origen de la bebida.

El doble de Gardel
Es bien sabido que Carlos Gardel falleció en el año 1935 en un choque de aviones en Colombia. Pero pocos conocen la historia del doble de Gardel. Cinco años después de la muerte del cantante, un hombre surgió en los arrabales de Buenos Aires asegurando que se trataba del zorzal criollo en persona. A pesar de su enorme parecido físico y de su admirable habilidad para imitar su voz, todos se rieron de él. El falso Gardel se dedico a interpretar tangos en bares de poca monta y murió pocos años después a causa de una enfermedad pulmonar.

El departamento de mil ambientes
En un edificio sobre la calle Cabildo, hay un departamento cuya estructura imposible lo convierte en una de las curiosidades más grandes de la arquitectura porteña. La puerta de entrada, las habitaciones y la cocina son iguales a los de todos los otros departamentos del edificio. Pero en un rincón del living hay dos puertas, cada una de ellas conduce a otro salón exactamente igual al anterior. Y al mismo tiempo, cada uno de los salones tiene esas dos puertas que conducen a otro salón idéntico. Los propietarios del departamento llamaron a un experto en fractales para que estudie el fenómeno, pero luego de entrar por una de las puertas, el científico no regresó jamás. Luego de eso, nadie se animo a cruzar más de tres o cuatro puertas sin  volver aterrado por el miedo a correr la misma suerte. Las dos puertas iniciales fueron tapadas por una pared de concreto y el departamento fue alquilado a una familia que no conoce el secreto que se esconde en el living de su departamento.

El inventor del ajedrez
Un bar antiguo sobre la calle Caseros es el punto de reunión de los amantes del ajedrez desde hace décadas. Los viejos maestros se sientan en las mesas de mármol a jugar partidas eternas, moviendo las sucias piezas de plástico con los dedos resecos por el humo del cigarrillo. Un día un vagabundo entro al bar y puso una moneda de oro junto a un tablero de ajedrez, dijo que quien le gane una partida se llevaría la moneda como premio. Nadie pudo ganarle. A la semana siguiente, el vagabundo volvió, pero esta vez las monedas eran dos. La misma historia se repitió durante varias semanas. Un día, luego de perder la partida frente a él, uno de los maestros le preguntó cómo era que había aprendido a jugar y de donde había sacado tantas monedas de oro. El vagabundo guardó silencio, pero el maestro pudo notar en sus ojos que había vivido más de mil años.

La pasajera recurrente
Recientemente el gobierno porteño instalo una cámara de control de tránsito sobre una peligrosa curva de la avenida Diaz Velez. El artefacto parece funcionar con total normalidad y toma más de cien fotografías por semana a todo tipo de vehículos que exceden el máximo de velocidad permitido. Solamente un detalle inquieta a los técnicos del departamento de vialidad. Algunos conductores que se acercaron a pagar la fotomulta, aseguraron haber estado conduciendo solos en el momento de la imagen, y sin embargo, en todos esos casos puede verse nítidamente la figura de una mujer sentada en el asiento del acompañante. La mujer siempre es la misma y en muchas fotos parece estar sosteniendo un ramo de rosas.